ODISEA EN EL HIPERESPACIO por Elsa

   

     Había llegado un vecino nuevo y aún no lo conocía en persona, me habían hablado de él, era científico y matemático. Un día mientras paseaba coincidimos y lo conocí. Me dio un libro que hablaba del hiperespacio...

    Primera aventura: y me invitó a ir a su laboratorio, que estaba tras una enorme biblioteca, donde había muchas máquinas. Una de ellas era del hiperespacio, y decidimos probarla. Cuando la puso en funcionamiento nos quedamos paralizados y nos desmayamos. Al despertar había otra persona en la habitación idéntica a mi, vestía como yo, hablaba como yo e incluso vivía en la misma casa que yo. Había venido del hiperespacio  donde había personas que son idénticas a las de la tierra.  En mi casa se acostumbraron a tener dos hijas gemelas iguales. Un día me llamó el maestro, porque en 3 horas nuestros universos estarían cósmicamente alineados y así podría volver mi otro yo a su planeta. Pero mi otro yo dudaba estaba tan indeciso si irse o no, que al final pasó el tiempo para poder hacerlo. Había perdido la única oportunidad que tenía de volverse.

    Segunda aventura: me fui a casa y comencé a leerlo. Hablaba de un mundo plano. Era complicado leerlo y decidí saltarme algunas hojas, como  en el libro de Elige tu propia aventura. Allí me imaginé que estaba con mi nave espacial con la que atravesé un agujero negro, entrando en el hiperespacio. De pronto me encontré rodeada de 3 naves. Quise hablar con ellas por radio, pero sólo gritaban y pensaban que estaba invadiéndoles. Por lo que comencé a disparar para protegerme y los eliminé a todos, aunque no salieron llamas de ninguna nave ni se estrellaron , tan sólo desaparecieron. Al rato volvieron a aparecer otras tres naves, que parecían ser las mismas. Sus pilotos estaban cerca, se bajaron de las naves, tenían pelo corto y brillante y en sus manos algo negro parecido a una almeja. Ellos me dijeron: ¡Felicidades! has ganado la batalla y serás el gobernador de nuestro mundo. Yo me negué a serlo, aún así me me pusieron una pesada corona de oro sobre mi cabeza.